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Recuerdo que en alguno de mis primeros post me quejaba de lo difícil que es encontrar un tema para escribir, ahora me quejo de lo difícil que es escribir una carta.
Solo hay dos razones para que yo escriba una carta:
Recuerdo que en alguno de mis primeros post me quejaba de lo difícil que es encontrar un tema para escribir, ahora me quejo de lo difícil que es escribir una carta.
Solo hay dos razones para que yo escriba una carta:
- A una amiga
- ¿Estando enamorado?
La segunda es mucho más difícil que suceda, pero soy mucho mas prolífico que en la primera.
En estos momentos, me encuentro en la primera opción: escribiendo a una amiga. Y es precisamente en estos momentos, cuando caigo en cuenta lo difícil que es escribir una carta cuando ese arte cayó en desuso con la popularización del teléfono y posteriormente de Internet. Y aun con los correos electrónicos, no es tan común leer en Internet mensajes como las anteriores cartas; todo se ha vuelto en un frenesí de reenviares. Nada de relatos bien estructurados de vivencias, exposición de pensamientos o argumentos, expresiones de sentimientos destilando precisión. ¡No! ¡Nada de eso! Todo se ha vuelto un mar de mensajitos que recuerdan a los SMS (cuando no son los ya mencionados forwards).
¿Dónde quedaron las cartas diarias de Víctor Hugo a su amante?, ¿en dónde están las conversaciones escritas de Yasunari Kawabata con su alumno? Que yo sepa, de conocidos, somos muy pocos los que seguimos usando el correo normal.
¿A qué se debe esto? ¿Por qué a las nuevas generaciones les da flojera escribir? ¿Nuevas generaciones? Desde la generación de mi madre, el correo pasó a segundo plano ante la popularización de la telefonía. Pero ahora con los chaters, ya no se sabe ni que esperar...
Cuando las compañías bancarias se cansen de enviar los estados de cuenta impresos, ¿el servicio postal se hará incosteable?
Por lo pronto, mejor dejo de escribir aquí y me dedico a terminar la carta para mi amiga Fania.
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